Que te dejen lo bailao


                                     "Me cuesta menos tomar 20 cervezas que una sola.
                                       No soy bueno en los ya basta, en los nada más,
                                       en los hasta aquí hemos llegado.

                                       No sé largarme antes de tiempo,
                                       ni conformarme con,
                                       ni limitarme a.
                                       Tiendo a los demasiado con demasiada frecuencia.
                                       Dicho esto, ¿Demasiado tarde no es igual que demasiado lejos?"
                                       (Escandar Algeet)


Que te dejen lo bailao, que lo enmarquen, que vengan a tu casa y lo dejen expuesto en una vitrina donde lo pueda ver todo el mundo.
Que sea como esos trofeos de peli americana de instituto ganados siempre de la manera más épica posible.
Puede que no sea dorado y que no tenga forma de copa,pero probablemente lleve muchas copas detrás y mucho dorado también.

Que te lo dejen donde no se te pueda olvidar, que lo luzcas con una sonrisa, que así todo luce más.
No siempre has bailado bien pero para hacer el ridículo has tenido que pisar la pista de baile y eso ya dice mucho de ti.
Porque para que te quiten lo bailao no has tenido porque pisar una discoteca o una fiesta.
Porque también bailaste cuando te dijeron aquella mala noticia, que a veces prefieres no recordar, y ese baile se convirtió según los entendidos en lo más parecido a ver a Muhammad Ali moverse por el ring en los años 70.
Volabas como una mariposa y picabas como una abeja.

Que no te quiten lo bailao, que te queda muy bien, que todos sabemos que el anecdotario de tu vida, es un libro de ilustraciones, de los mejores pasos de baile de la historia reciente.
Tropezaste unas cuantas veces,sí. Pero tantas que ya dominas pasos que antes te hubieran resultado imposibles.
Incluso ya sabes que no te tienes que juntar con esos bailarines y bailarinas, que les gusta bailar como a ti...pero sólo un rato.
Que tú ya no estas para esos bailes.
Y cuando viste bailame el agua, si alguna vez llegaste a verla, pudiste darte cuenta que hay bailes que es mejor no empezar, aunque te tiendan la mano, aunque sea esa persona.













Porque aprendiste de los mejores, los viste bailar cerca, en tu casa, desde siempre.
No sabes si les gustaba bailar tanto, pero vaya si lo hacían.
Bailaban con el trabajo, contigo, entre ellos, con los "hoy encárgate tú que yo no puedo" o los "a ver como lo hacemos".
Esos bailes en muchos casos ya no te quedan tan lejos y alguno ha tocado aprenderlo a marchas forzadas, pero merece la pena seguir bailando, porqué a la larga hay pocos públicos más agradecidos, que la gente a la que motivas cuando te ven moverte así.

Que te dejen lo bailao...que no hay nada como verte bailar.







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Lo que somos.


Fuimos esas tres horas de menos.
Esas dos copas de más.
Esos y si?,rellenos de puntos suspensivos.
Esos no, construidos con orgullo.

Fuimos esa frase, que no dijimos.
Esa mirada de la que huimos.
Ese detalle, que no tuvimos.
Esa vez, que no ayudamos.

Fuimos ese reproche escupido.
Ese eterno tenemos que quedar.
Esa continua dejadez.
Esos ya lo haré.

Fuimos ese traje de envidia.
Ese falso a mi no me importa.
Esa patada al olvido.
Ese que lo haga otro.

Fuimos eso que criticamos.
Ese abrazo despegado.
Ese mensaje guardado.
Esa respuesta que no dimos.

Fuimos esa duda paralizante.
Ese no estaba en mi mente.
Esa espalda a un amigo.
Esa decepción que provocamos.

Fuimos tantas cosas que no nos gustan de los demás que a veces hasta agachamos la cabeza y cogimos un coche rumbo a la incomodidad del que sabe que esa no es la carretera que quería, y que al final no siempre habrá un desvío que le saque de ella.
Y sea cuando sea que leamos esto que lo que lo fuimos que nos llevo por allí que no sea un cartel anunciando el lo que somos.




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Costureo



                              "Si ese par de zapatos negros que tienes en el armario te hacen sonreír,
                                valen más de lo que cuestan."

                                (Holly Golightly)

No les gustaba enseñar sus prendas, cómo mucho a su gente más cercana.
Sus amigos y familia eran esos pocos afortunados que podían pasar una tarde cosiendo el que sería su nuevo jersey o arreglando una vieja camisa. 

Se reían, y no pocas veces, de aquella vez que se pusieron ese ridículo pantalón amarillo o de cuando estuvieron días y días juntos, con el hilo y la aguja en la mano, dando forma a esa manta que todos tenían y que cuando hacía frío abrigaba más que 100 radiadores.
A veces hablaban de ropa que ya no se llevaba y se volvían locos pensando como uno de los suyos llevo hombreras por un tiempo.

Hombreras...,hombreras que se veía de lejos que no le sentaban nada bien, pero que sin embargo el tiempo que las llevó las lucía con el orgullo de alguien que desfilaba en la pasarela de Milán todos los fines de semana. 
No faltaba tampoco el que se atrevió con una cazadora de cuero de joven y ya no podía salir sin ella a ningún lado, aunque fuese verano con 40º a la sombra, aunque el cuero ya no oliese a cuero  y las rozaduras ya no fueran cosas que sólo se viesen a través de un microscopio.
Siempre había que estar pendiente del que cambiaba de parecer tanto como de chaqueta, tanto que un día podía estar cegado por una sudadera deportiva y otro no veía más allá de un jersey de punto.
Eso sí,todo bordado a base de ingenio y mano derecha, y adornado con el sello, que sólo algunos saben dar a las cosas que hacen.












No les gustaba enseñar sus prendas pero sin embargo lo hacían.
Compartían, para un público no tan cercano, muestras de ellas, las muestras más bonitas o graciosas, no esas feas y destartaladas que guardaban en un baúl que pocos sabían donde estaba.

Las enseñaban en escaparates o desfiles, se alegraban cuando veían que gustaban y en caso de que no ya estaban pensando en la siguiente muestra a enseñar.
Vivían en un bucle en el que a veces parecía que ya no cosían para ellos mismos, cómo si quisieran ser los del otro lado del escaparate pero sin serlo.
Incluso a veces, cuando se reunían en una especie de proceso creativo que en principio sólo era para ellos, no era raro que alguien comentase, "Esto, esto para el escaparate."

Envidiaban cuando veían trajes con chaleco que brillaban en escaparates ajenos y se preguntaban si podía haber alguien así, con ese talento día sí y día también, aunque en el fondo supiesen que no.

Habían nacido en el mundo de la moda y aunque les gustaba más coser que enseñar no pudieron evitar esa ola que arrasó con todo, esa ola que llamaron costureo.






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Ser así.



"Él era la sal de la vida, imposible de reemplazar y recordado para siempre en nuestras vidas"
Bryan O'Sullivan sobre su amigo Ger Foley.

Porque hay personas así, de verdad, no miento. Existen. Viven entre nosotros, viven de tal manera que incluso aunque no estén, siguen brillando como si fueran estrellas extinguidas hace millones de años.
Regalan sonrisas como si fueran gratis.
Siempre llevan en la mochila o en el bolso palabras de ánimo, no vaya a ser que alguien las necesite y nadie tenga alrededor.
Conocen palabras tan extrañas como empatía o solidaridad.
Tratan de crear esos momentos que se queden en el recuerdo de aquellos con quién los comparten, esos momentos que cuando te vienen a la cabeza no puedes evitar sonreír.
Porque aunque la RAE diga lo contrario sonreír es más que hacer con la boca el gesto de la sonrisa. Ellos lo saben, saben que las carcajadas pueden provocar dolores abdominales,saben que tender la mano a alguien con un problema, aún sin poder hacer nada, tiene sabor a abrazo.
Son los primeros a la hora de ayudar, siempre con la mano levantada cuando alguien pregunta al aire si hay algún voluntario.
Por eso son los primeros en los que piensas cuando necesitas ayuda, porque no tienen cuentas de haberes ni balances de debes.
Escuchan a veces la palabra prejuicio pero nunca les termina de sonar conocida, por eso es inevitable contar con ellos a la hora de desahogarte, porque no habrá juicios morales ni consejos desaprovechados, porque puedes llorar delante de ellos y no sentirte extraño.
Porque quizás no salten contigo al agua con ropa si un día te da por ahí pero no por ello te lo intentarán quitar de la cabeza, si de verdad ven que es lo que más quieres, aunque sea invierno y haga -3º, eso sí esperarán con una toalla seca fuera, vigilando que no pase nada porque en ese caso ni el tiempo ni la ropa impedirían que salten a por ti.


















Son abanderados del optimismo, mucho antes de Mr. Wonderful y de Paulo Coelho.
Si se proponen algo puede que no lo consigan pero si fallan se pondrán orgullosos su camiseta de "por mi que no haya sido".
Porque si algún día faltan querrán que en su funeral la gente no este triste, querrán que sus amigos cuenten batallitas de discotecas y veranos en la playa, que su familia hable de lo que les hacía reír en las comidas.
Querrán que un amigo les brinde el último homenaje cantando Mr Brightside en su bar de siempre, como si todo hubiese merecido la pena,como si no hubiese mañana, como si ser así hubiese servido para algo.

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El bosque de los perdidos



Siempre dicen que en la vida hay que luchar por lo que quieres, que la vida es de los que pelean por sus objetivos, de los que no paran hasta que consiguen sus metas.
Personas admirables, de las que muchas veces harán películas biográficas,que serán interpretadas por el actor o actriz de moda en ese momento, que ensalzarán aún más (si es posible) la figura de ese hombre o de esa mujer que supero sus límites, que llevo la palabra esfuerzo a otro nivel.
Esas personas para las cuales el sacrificio es un enlace más de su ADN, que no conocen el no puedo o el no me apetece, que el único techo que reconocen es el de sus casas.
Esa clase de gente tiene una virtud que va más allá de su constancia, de su actitud o de su carácter y es que sabían desde siempre cual era su meta, tenían perfectamente definido cual era su objetivo, como si fuera una foto de 100 megapixeles de resolución delante de sus ojos.




La pregunta es que hubiera sido de ellos sin ese "por qué luchar".
Actitudes y aptitudes pérdidas por no tener una luz a la que seguir en un bosque oscuro donde la mayoría andamos perdidos, donde quién sabe si por suerte o por desgracia, seguimos andando sin un rumbo determinado, haciendo poco caso o ninguno a los carteles que se reflejan si la luna alumbra lo suficiente.
Perdidos que a veces se encuentran por ese bosque y acaban más perdidos que nunca juntándose en esos albergues que aparecen por el camino donde se encuentra la comodidad en el calor de la diversión y los mañana de no me acordaré de nada.
Perdidos que a veces deciden seguir andando juntos porque oye así el camino resulta mejor, y perdidos que sin esa luz que seguir no ven las ramas del camino y no son pocas las veces que se meten una hostia que acabará haciéndoles más precavidos y acabarán pisando con más cuidado y fijándose en cada paso que dan cómo si de un examen que el bosque les hace se tratase.
Y no serán pocas las veces que otros les digan que se puede andar con más ligereza, que se dejen llevar, que no disfrutan del paseo por el bosque si viven así. Pero ellos no se cayeron, no tuvieron que andar días y días con las rodillas llenas de sangre y los codos en carne viva, no saben que andar así es más difícil.
Porque no se trata de perdedores que no alcanzan sus sueños sino de perdidos que nunca los tuvieron, pero que pasearon de igual manera por el mismo bosque que esos otros, nunca mejor dicho, iluminados.
Y puedes tener "veintimuchos", "treintay" o más que casi siempre el mejor objetivo que se puede tener es disfrutar del camino por el bosque...aunque estés perdido.

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